Origen e Identidad

Los Orígenes de AIC: ¡pronto tendrá 400 años de juventud!  

El 20 de agosto de 1617 en Châtillon-les-Dombes (Francia) a  petición del párroco, Vicente de Paúl, más de cincuenta mujeres acudieron a su llamada y fueron a ayudar a una familia desti-tuida. El sacerdote comprendió entonces que era necesario organizar esta exuberante y eficaz generosidad y para ello fundó el primer grupo de “Caridades”.
El 8 de diciembre de 1617 el Señor Obispo de Lyon, Su Eminencia Denis Simón de Marquemont, entregó al Señor Vicente el decreto que reconocía a la nueva Cofradía de Caridad y sus regulaciones.
La opción del “Señor Vicente”: La evangelización de los pobres y la acción para ayudar a los necesitados; éste fue el doble proyecto que dominó la vida del Señor Vicente. Para él, el fin de la Caridad era servir a los más humildes, abandonados y afectados por la pobreza física y espiritual.
Amar es sentirse responsable. Por ello tomó todas las iniciativas que pudo para erradicar la pobreza que encontró. En 1625, Vicente de Paúl creó la Congregación de la Misión, un factor importante en el desarrollo rápido de las Caridades, incluido en Polonia e Italia.
En 1629 Vicente pidió a Luisa de Marillac que coordinara y visitara las Caridades de Francia. Luisa entró a formar parte de la Compañía de las Damas del Hôtel-Dieu en París.
Luisa y Vicente eran conscientes de las dificultades con que se enfrentaban las Señoras de la Caridad respecto a las peticiones para servir a los pobres. Su intuición y una reunión con Margarita Naseau, una joven campesina de Suresnes, llevó al establecimiento en 1633 de una nueva compañía de mujeres sin  claustro y con unas nuevas Reglas que ofrecieron sus servicios diarios y prácticos a los pobres: las Hijas de la Caridad dirigidas por Luisa de Marillac.
Es así como “las Damas y las Hermanas” se complementan en su vocación y en su servicio continuando la intuición de su Fundador común.
¡Para la AIC es una bendición celebrar sus 399 años de existencia!
Veamos de dónde viene la AIC: En 1617 un hombre extraordinario, sacerdote, Vicente de Paúl predicó en la Iglesia una misión a las mujeres – para ayudar a las personas necesitadas espiritual y materialmente; las Caridades habían nacido; y durante 399 años y en todo el mundo, se han ido uniendo voluntarios al movimiento que ahora llamamos AIC (Asociación Internacional de Caridades).
Tenemos en nuestras manos una fabulosa herencia, un tesoro; dediquemos un tiempo a familiarizarnos un poco más con la Asociación y la espiritualidad que la mantiene avanzando.
Hoy, como San Vicente decía hace 399 años, la “Caridad nos apremia hacia adelante”. Nuestro Papa Francisco, como su predecesor el Papa Benedicto, nos está invitando constantemente a acercarnos más al pobre. La AIC tiene 399 años de especialización:
  1. ¿Qué es la AIC?
AIC – Asociación Internacional de Caridades – es una ONG internacional que lucha contra la pobreza. Es una red internacional compuesta por 53 asociaciones nacionales que reúnen a voluntarios cristianos, principalmente mujeres.
A través de acciones locales, adaptadas a las situaciones de cada país, los voluntarios trabajan con las personas necesitadas, sobre todo las mujeres y los niños. El objetivo es doble:
– Conseguir que las personas que viven en pobreza lleguen a ser autosuficientes y en control de su futuro, acompañándolas a fin de subvenir a sus necesidades, en lo material y en lo espiritual.
– Involucrar a la sociedad y a las autoridades públicas en esta lucha contra la pobreza.
2.  ¿Qué hace la AIC?  
a. Las acciones de cada grupo AIC
Atención a las mujeres que viven en pobreza: el objetivo de los proyectos de los grupos AIC es un 80% las mujeres. De hecho las mujeres son las más afectadas por la pobreza y la injusticia. Por consiguiente, si queremos lograr una acción social, política, y evangelizadora Vicenciana, es esencial desarrollar la igualdad y promover y extender los derechos de la mujer.
Teniendo en cuenta a la persona en su conjunto: los voluntarios establecen relaciones individualizadas con las personas a las que acompañan y tienen en cuenta la totalidad de sus necesidades: materiales, interpersonales, espirituales, etc… Siguiendo el método enseñado por San Vicente de Paúl, su fundador.
La educación es un componente vital en el proyecto local de AIC y esencial en la prevención y la lucha contra la pobreza. La acción local es una oportunidad para un intercambio bidireccional entre los voluntarios y las poblaciones estipuladas con el fin de poder desarrollar conjuntamente acciones para salir de pobreza.
b.  Educar a la opinión pública: AIC educa a la opinión pública sobre los problemas de pobreza y de exclusión.
AIC se relaciona con las autoridades locales, nacionales, civiles y cristianas mostrándoles las condiciones de pobreza encontradas por los voluntarios. A nivel internacional los representantes de AIC actúan como abogados a fin de que las personas que viven en pobreza estén presentes en el centro de los debates internacionales (UNESCO, ECOSOC, Mujeres de ONU,  Consejo de Europa, Cor Unum, etc.).
3. ¿Qué motiva a la AIC?
a – Llamados por las situaciones de injusticia, exclusión y violencia que tantas personas cerca de nosotros están sufriendo – sobre todo las mujeres;
 c – Llamados por la Doctrina Social de la Iglesia: con respecto a la responsabilidad de todos en la construcción de un mundo más hermoso y más fraternal y con respecto al derecho de cada persona para participar en su propio destino;
d – Llamados por la intuición profética de San Vicente de Paul:
La justicia es una de las prioridades de la Caridad. Todo el mundo debe poder satisfacer sus aspiraciones materiales y espirituales. La necesidad de la acción organizada. El lugar de las mujeres en la sociedad y en la Iglesia. Ellos actúan para promover la justicia, facilitar el acceso a condiciones de vida independiente y digna.
4.  ¿Quiénes son los voluntarios de AIC?
Son principalmente mujeres cristianas comprometidas que trabajan juntas impulsadas por situaciones de urgencia a construir un mundo mejor. Llevan a cabo proyectos con éxito contra las diversas formas de injusticia – proyectos de promoción del individuo, siguiendo el ejemplo de San Vicente y de Santa Luisa de Marillac.
El servicio a los demás se ofrece, sin esperar remuneración alguna, por amor, al que están llamados.
“Dios ama al que da alegremente.” (2 Cor 9, 7)

No hay comentarios:

Publicar un comentario